Los lagartos de Guiniguada nos recuerdan que el paisaje que nos rodea es mucho
más que humano, permitiéndonos poner el foco al margen de los cultivos domesticados, allí donde afloran especies silvestres como tabaibas o cardonales.
Algunas de ellas, como las salvias canarias o balos, dependen
en gran medida de la existencia del lagarto gigante de Gran Canaria (Gallotia stehlini)
para garantizar su distribución por el barranco, pues los frutos por
ellos digeridos alcanzan mayor fertilidad y pueden prosperar con mayor
facilidad. Atendiendo a ello, podemos decir que este tímido y enorme
lagarto es uno de los principales “jardineros” del barranco de
Guiniguada.
Un jardinero que utiliza su lengua
bífida y unos receptores químicos que
comunican el paladar con su cavidad bucal -llamados órganos de Jacobson-
para captar moléculas del entorno que les permite simular la posición
de aquellos elementos que son de su interés. Entre ellas, moléculas de
múltiples flores y plantas que conforman su dieta, como las autóctonas
salvia o el balo, o plantas exóticas como el tomate o la pimienta
rosa.
Siguiendo estos atributos, proponemos profundizar en la dimensión aromática del barranco a través de un perfume específico, compuesto por las delicadas narices de la Gallotia stehlini y Jesús Herrera (Casa del perfume Canario) con la colaboración en el sellado de Adriano Jiménez (Trianera de arquitectura).
La pieza musical de Aromas nos presenta los sonidos que hemos escuchado previamente en el camino asociados a las plantas que conforman el perfume. Sonidos que se sitúan en círculo en torno a la grabación de una gota de agua en la destiladera de la casa del perfume canario, transformados y extrañados, como un sistema de desorientación de nuestra centralidad humana.
* Dialogando con las presencias y memorias desplegadas en este lugar, los alumnos de la EALPGC realizaron el siguiente site-specific y Dana Joher (Ave pastelería) la siguiente propuesta gastronómica.